sábado, 27 de abril de 2013

El interior del espectáculo


Tras las incesantes recomendaciones de un experto profesor de Cultura y Arte, me aventuré a explorar el interior de un grande como Vargas Llosa con el objetivo de intentar comprender mejor qué se esconde tras el espectáculo y los medios de comunicación. El inconformismo frente a la cultura de hoy plasmado en ‘La civilización del espectáculo’, a la que denomina como una cultura de solo espectáculo y escasa de valores en extractos así:

“(…) un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal”.

 Y cuán razón vi en esas palabras…

A jóvenes como yo que aspiramos a un periodismo digno, culto y (a ser posible) nuestro, nos hace recapacitar sobre qué es lo que está pasando verdaderamente con esta sociedad. Una sociedad que goza de multitud de avances tecnológicos en lo que a niños y adolescente se refiere y tiene un grandísimo atraso cultural en lo que a gente adulta se refiere. ¿Es esto culpa de la gran oferta cultural a la que se enfrentan que acaban por escoger malamente?

Yo miro a mi alrededor y caído como una manzana del árbol por la gravedad, pero no por la gravedad de la Tierra, sino por la gravedad que supone tener una sociedad avejentada ya no solo físicamente sino culturalmente.

Provengo de un sitio sedentario en lo que a aprendizaje en época de Franco se refiere, donde la carencia de recursos y la obligación por subsistir y salir a adelante fueron la primera opción de niños que desde los ocho años se vieron obligados a trabajar de sol a sol para poder llegar a algún sitio, un sitio mejor esperaban. Y hoy, esos niños, ahora son mayores jubilados que por primera opción escogen una tarde de camilla, brasero y ‘Sálvame’, y es ahí donde a personas como yo, que disfrutan la literatura como lo que más, nos entristece la decadencia intelectual que arrastran por elecciones así.

Pero Vargas Llosa va mucho más allá en este magnífico libro. La vanidad y la frivolidad son características que el autor atribuye a la civilización del espectáculo a lo largo del libro. Su ataque directo y aplastante hacia la religión y hacia los creyentes, me hace pensar que su posición atea es más fuerte según leo que si me lo argumentaran con palabras que podrían escapar a mi posterior análisis. Y es que, de esta manera, vuelves a leerlas y releerlas incrédula por su afanosa perspectiva, como se puede apreciar aquí:

“La fuerza de la religión es tanto mayor cuanto más grande sea la ignorancia de una comunidad”.

Tras esto, no puedo evitar volver a ejemplificar la época de Franco con la creencia posicionista religiosa de las generaciones que vinieron después de tal autoritarismo franquista. Todas las personas mayores, hoy en día, ven como algo inconcebible el hecho de que alto porcentaje de la juventud (en el 2013) no crea en un ‘algo’ superior que siempre está ahí velando por nosotros, al menos no el porcentaje que sí que creía en ello en su época.

Vargas Llosa no se queda atrás con la anterior cita y afirma en otra que la religión es la única que controla la conducta humana:

“si hay algo que todavía puede llamarse moral, un cuerpo de normas de conducta que propicien el bien, la coexistencia en la diversidad, la generosidad, el altruismo, la compasión, el respeto al prójimo, y rechacen la violencia, el abuso, el robo, la explotación… es la religión, la ley divina y no las leyes humanas”.

Aquí, entro en una desconcertante discrepancia con el autor, ya que mi opinión se acerca más a la postura individual de cada persona y a la libertad con que cada uno actuamos. Podemos creer o no creer, podemos actuar o no actuar de acuerdo a las escrituras y/mandamientos que figuren como leyes universales en la actuación humana, para lograr alcanzar el paraíso tras haber completado una vida donde el respeto al prójimo actúe como pilar fundamental de cada persona… O podemos no vivir así, por convicción, por moralidad, o por miles de aspectos diferentes que influyan en nuestra elección. El caso es que la elección depende de nosotros, no se puede intentar convencer de lo contrario y menos cuando hablamos de sectores amplios.

Y me remito a otra cita, que sí es acertada en su totalidad y que Vargas Llosa contraargumenta y de manera excepcional (y todo esto en las primeras páginas del libro):

“La ingenua idea de que a través de la educación, se puede transmitir la cultura a la totalidad de la sociedad, está destruyendo la alta cultura”.

La típica idea que tenemos todos, de que si llevamos a nuestros hijos a los mejores centros de los alrededores obtendrán una mejor educación, una educación superior por encima de la normal… O que nuestros mayores ya saben todo lo que deberían saber en la vida, y no por eso tienen más derecho a seguir aprendiendo más de la vida, más de autores excéntricos o no, que no pueden adentrarse en historias en primera, segunda o tercera persona, o que no tienen derecho a contar, a escribir… Que su derecho se podría basar solamente en una monotonía invernal, solitaria y triste como la de ‘camilla, brasero y Sálvame’.

Vargas Llosa sí plantea el hecho de que la educación bien guiada hacia la cultura, sería un excelente instrumento para llenar los vacíos espirituales de nuestras gentes. Y yo, a eso, he de sumarle la implicación de cada persona, las ganas de continuar aprendiendo y de autosuperación que tengamos cada uno por bandera. Porque ya sea con 15 o con 65, el aprendizaje tiene la misma pauta para ambos y la cultura viene dada por ello.

‘La civilización del espectáculo’, un libro que no deja indiferente a nadie y que te hace reflexionar de ámbitos en la vida que no se conocen tan profundamente como Vargas Llosa expone. Incita al lector a cuestionar el texto, a cuestionar al propio autor, a indagar, a preocuparse, a alarmarse y a que reaccione por sí mismo en cuanto a nuestra cultura se refiere, formando al lector como agente de creación de cultura.

Magnífica obra, excelente composición. Grandes palabras de un más grande autor como es Vargas Llosa.

Gracias por la recomendación, Pepe.                                                                                

jueves, 12 de enero de 2012

Magia. Nosotros quisimos esperar.


Después de que pasara tanto tiempo, me refugié en el pasado, en lo que había perdido, en lo que debería haber sido mi vida. Pero te cruzaste en mi camino y cambiaste todo eso, y cuando cierro los ojos y te veo desaparece cualquier preocupación que tenga. Te echo de menos de todas las maneras. Tú me enseñaste a disfrutar de todo lo mínimo, de los días y las noches contigo, y eso es lo que me hace quererte tanto.


¿Sabéis? Yo creo en la magia. Yo nací en un tiempo mágico, en una ciudad mágica y entre magos. Casi ninguno de los demás se daba cuenta de que vivíamos en una telaraña mágica conectada por los hilos dorados del azar y de las circunstancias, pero yo siempre lo supe. 


Veréis, en mi opinión, todos empezamos conociendo la magia. Nacimos con torbellinos, bosques en llamas y cometas volando sobre nosotros. Nacimos siendo capaces de cantar a los pájaros, de hablar a las nubes y de ver nuestro destino en un grano de arena. Pero luego la vida hace desaparecer la magia de nuestra alma, porque la educan, la dan unos azotes, la lavan y la peinan. Nos ponen en el camino recto y nos dicen que seamos responsables, que nos comportemos según nuestra edad. 


¿Y sabéis por qué nos dicen todo eso? Porque la gente que nos lo dice tienen miedo de nuestra fuerza y juventud, y porque la magia que conocemos les hace sentir vergüenza por lo que han dejado marchitar en su interior. Cuando te has alejado tantísimo de ella, ya no la puedes recuperar. Puedes tenerla unos segundos, unos segundos para verla y recordarla.


Cuando la gente llora viendo una película, es porque en la oscuridad del cine uno llega a tocar el stand dorado de la magia, aunque sea brevemente. Después vuelven a ponerse bajo el deslumbrante sol de la lógica y la razón, y la magia se seca. Y todos sienten triste el corazón sin saber por qué.


Cuando una canción despierta un recuerdo, cuando las motas de polvo que se mueven en un rayo de luz apartan tu atención del mundo, cuando de noche oyes pasar un tren en la distancia y te preguntas a dónde irá, y das un paso más allá de lo que eres y de donde estás. Por unos breves instantes, has entrado en el reino de la magia. O eso creo yo.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Tópicos típicos propicios en un precipicio.

Nunca había mostrado tanta facilidad para nada, incluso de pequeño ya mostraba dificultad a la hora de aprender a caminar. Tampoco el atarse los cordones fue su punto fuerte, él era más simple y prefería el calzado con velcro. Nunca pidió nada a cambio, excepto una sonrisa por cada buena acción. La rapidez con que despachaba los libros era la misma con la que solía dormirse, aunque muchas veces pareciese un “pis” alejándose del “pás”. La calidez de la añoranza por su pasado hizo mella en su presente de tal manera que incluso llegaba a poner en duda su futuro.

Para él, todo el año era primavera. Su mejor amigo gozaba de su presencia todo el tiempo, y eran felices ambos sin nada que temer, sin nada que objetar… La pasividad del tiempo le era indiferente, pues nunca le corría prisa nada. No seguía los horarios protocolarios y típicos que todo el mundo tenemos, no le interesaba eso. Su casa estaba vacía, no le hacía falta más que un colchón y su creatividad para amueblarla. El tacto de su piel era suave, se notaba que nunca había trabajado en nada, para él las manos eran uno de los amuletos más preciados que Dios podría haber otorgado al ser humano.

Las cosas empezaron a complicarse cuando apretaba el invierno, pero él no desistía de su idea primaveral, nada ni nadie podía hacerlo cambiar de opinión… ¿O si?

Era de los que pensaba que el domingo lo había creado el altísimo para descansar, aunque su austera vida alejada de todo mal y toda reacción fuese de lo más ejemplificadora si de descanso había de referirse. Su porche... la madera de pino retumbaba y le susurraba secretos escondidos de años atrás, de dueños anteriores. El momento diario de lectura llegaba a ser extremadamente orgásmico para aquella persona tan indiferente a la humanidad, al avance, a la evolución… Llegaba a dar la terrible sensación de frío, pero fue todo lo que encontró en los brazos de aquella mujer.

Los avisos le fueron sucediendo una y otra vez, las personas que lo querían intentaban sin suerte alguna convencerlo de que aquel recuerdo era perverso, más nunca recibieron una mera contestación por su parte. Cuando su pálpito leve emprendía el viaje hasta el infinito, era en el momento en que aquella cosa conseguía producirle sensaciones ventriculares prematuras. Era ella: mil noches después seguía intacta, perfecta. Las psicofonías que se producían noche tras noche en aquella vieja casa, eran indicadores de que nunca lo había abandonado, a pesar de lo que muchos hubiesen podido llegar a decir o pensar de aquella misteriosa dama.

Preferiblemente, el café lo tomaba solo, sin azúcar y sin leche. Era un hombre de costumbres. Una vez se dijo que las casualidades eran de por sí indicios de felicidad atrasada en el espacio tiempo, incluso llegó a plantearse la idea de que los humanos le llamásemos casualidades a todo aquello que no sabemos explicar, alejándolo del presentimiento divino que siempre suele estar escondido tras todo eso. Nunca dio las gracias a nadie por nada, no creía que nadie las hubiese podido merecer; tampoco buscó en su vida la compañía de nadie más que no fuese ella, cierto era que tampoco lo encontraría.

Una sola frase fue la despedida de este gran genio fetichista, y procuró que su simplicidad lo apartara del mundo, alejara los malos augurios que bailaban a su alrededor y le proporcionara la paz que tanto había buscado en su porche, escondido tras sus gafas de la mano de viejos libros… Y fue esta, ni más ni menos, la que consiguió aupar su celebridad y propinó una misericordia con derecho propio sin tener que Dios o las casualidades fuesen a ponerse en su contra. Fue tenaz y obstinado toda su vida, pero consiguió la libertad para su alma:

Cuando hace frío la mayoría de las cosas van más deprisa, casualidades. Me encanta que haga frío y me encanta que TÚ seas una casualidad.

Aquellas palabras utópicas mecieron en el aire primaveral oxidando los recuerdos dentro de su corazónTópicos típicos propicios en un precipicio.

martes, 11 de octubre de 2011

Matices.



Muchas veces, he cometido el error de caer en la pluralidad de las cosas sin pararme a pensar que las meticulosidades también tienen su punto fuerte. Nunca me ha dado por deliberar en asuntos fáciles de resolver y con sentido absoluto y concreto, siempre he preferido las cosas complejas y difíciles de explicar, una mera manera de pasar el tiempo y querer jugar a ser Dios. ¿Alguna vez alguien se ha parado a pensar en la era axial? A mí me ha tocado hacerlo por pura obligación, pero se suele decir que no te puedes ir a dormir sin aprender nada nuevo, pues bien, hoy ha sido mi día.


El judaísmo, se refiere a la religión más antigua de las monoteístas. Si esa religión se basa en las enseñanzas de unos pocos que escribieron un escrito (al cual pusieron el nombre tan cutre de Torá, o Pentateuco para los más retrasados y que tuvieron una mera educación religiosa obligatoria en el colegio), no se entiende por qué no debemos seguir algún escrito que encontremos por ahí y al cual le podamos dar un sentido religioso o “especial”; e incluso, simplemente, nos identifique con lo que en realidad queremos ser. ¿Por qué no seguir la vida según la marca Stephen King? Al menos él ha escrito más libros que los del Torá, por ejemplo. Es una idea favorable y un tanto alocada, vale, se puede aceptar esa sensación, ¿pero acaso la locura no forma parte también de la vida cotidiana que nos marcamos nosotros mismos? Yo no veo tan descabellada la idea de vivir mi vida como una novela de terror en la que el suspense juegue con mi paciencia y el subconsciente marque el ritmo acelerado de una apariencia metódica y sistemática; que al menos eso siga un orden, ya que si por mí fuese mandaba a la China a la coherencia y a todos sus allegados… Días de desorden mental, qué se le va a hacer.

No paro de pensar que el sincronismo que tienen el budismo y el hinduismo, no se debe a nada más que sea un hombre un tanto rellenito y calvo, con un piercing en medio de la frente o un moño muy bien hecho (las veces que se le puede apreciar con pelo) de vez en cuando. Pues bien, se comenta por ahí que este, nuestro amigo Siddhartha Gautamá (vuelvo a la explicarme concretamente para los cortitos, y es que hablo de nuestro gran amigo Buda), fue uno de los reformadores que dio un impulso renovador en el ámbito religioso dhármico y lo propagó más allá de las fronteras de la India transformándolo en una de las grandes religiones del mundo, conocida por todos nosotros como el budismo. Muchos personajes famosos sobreviven en el mundo del famoseo por curiosas vanidades que les hacen invencibles ante nada y ante nadie (no voy a poner el típico ejemplo de la rubia chinche que se cree princesa de todos y reina de nadie, porque sería demasiado predecible) y luego se presenta un hombre bajito de metro y medio sin un pelo de tonto que se supone dijo cuatro genialidades que conectaron de chiripa con un público abierto y estructurado (y quién sabe si regido por las situaciones que vivían por aquel entonces) y se los lleva a todos por banda. Me encantaría haber sido así, aunque prefiero mantener mi melena.

No, no es que me haya dado por meterme con la religiones ni escuelas ascentrales (que podría seguir haciéndolo por el número tan extenso que existe de todas ellas, pero eso supondría una mayor documentación de la que me ha dado tiempo a empaparrme esta tarde). Hoy no quise que se quedase en una estúpida idea de texto de desengaños amorosos ni penas comunes en los corazones de adolescentes que lloran por las esquinas de casa mirando la foto de su lo que quiera que fuese en su día… No, hoy me he dicho que tenía que ser poderosa con la suerte que tengo de poder expresar lo que pienso con palabras uniformes y conectadas entre sí por frases regias, pero sin que lleguen a tener el poder que tenían las de Julio César en su día. No aspiro a tanto, ese placer se le ha otorgado al inútil de Zapatero; miento, refirámonos mejor a sus mandados, los cuales se les da de miedo escribir y no tienen ni pizca de moralidad ni de vergüenza  al escribir promesas que no se cumplirán. En fin, ese tampoco es mi oficio, prefiero quedarme al margen de la especulación y la opinión (que no privada pero en este caso rozaría con la pública).

Prometo no volver a levantarme con el pie derecho y medio acostarme con el izquierdo, la verdad es que eso no me sienta demasiado bien. Y si son sandeces las que he expuesto hoy aquí, muy orgullosa de ello, tampoco tengo nada que perder si alguien me dice que es feo o turbulento y que no tiene ni pies ni cabeza, porque no lo pretendo. Al fin y al cabo nunca me gustó arrepentirme de las cosas que había hecho, yo soy de las que roza lo masoquista y prefiere arrepentirse de las cosas que no ha hecho. Esa soy yo, alguien que no llega temprano ni llega tarde, porque prefiere la puntualidad extrema y las cosas bien hechas. Hoy tocó hablar un poco de mí y de mis excentricidades, quién sabe, a lo mejor mañana sorprendo con algo bonito y vuelvo a relatar tramas o cuñas para este humilde blog, pero sin llegar a tener que ser un reportaje completo sobre nada, llamémoslo un reportajeado; sí, por qué no. 

miércoles, 10 de agosto de 2011

Jet Lag

Completamente distinta. Algo tan simple que puede atormentar la capacidad de concentración de una persona. Vives pendiente del teléfono, pensando constantemente qué es lo que estará haciendo en ese preciso momento, aguardando impaciente para volver a escuchar su voz.

Un lapso, descomunal e impreciso, pero al fin y al cabo un lapso. Concentración de imágenes golpeando cada parte de tu cerebro, haciendo que la capacidad de recordar automatice tu juicio y ponga baches en tu sentido común. ¿Por qué fue tan repentino todo? Hace tan solo unos días disfrutaba de tu compañía, de tu asombro ante mis bufonadas y las intrépidas metas imposibles que nos gustaba olvidar o darlas por utopías, pero que hacíamos nuestras de ipso facto. Era bonito pensar que nada más que nosotros pertenecíamos a ese mundo, un mundo irreal para todos, pero que gozaba de lucidez para ambos, porque no nos importaba nada más que jugar a las antípodas. Quién nos iba a decir que ahora tendríamos que sufrir este calvario…

Puedo escuchar claramente tu voz, en este preciso momento me das los buenos días. Miras mi rostro plasmado en un marco, color marrón y algún que otro reborde dorado; sé de buena tinta que siempre tuviste buen gusto, pero ese marco fue especial para ti, para mí, porque me regalaste tu manera de ser con él y me permitiste la oportunidad de pertenecer a ese buen gusto tuyo sin interponerme en tus juicios.

El ordenador está encendido. Tu foto resplandece una noche más en el fondo de escritorio, y yo, nuevamente, mientras te recorro en cada pulgada de la pantalla, te doy las buenas noches. Es curioso pensarlo, pero no consigo adaptarme a que me des los buenos días y comiences un nuevo día, cuando yo estoy despidiendo el mío, cuando aquí es medianoche. Haces que no quiera vivir en esta ciudad, ¿por qué? Sé que no quieres que me aflija, pero no lo puedo remediar. Sales de mi cabeza y te puedo ver tumbada en la cama conmigo, aunque hace un par de días que asumí que estaba solo, y sigues apareciendo en cada sueño; interpreto que no quieres que me olvide de ti, pero sabes de sobra que eso nunca sería posible, no al menos por mi parte.

Amanezco en tu extinción, despierto a tu anochecer. Una mañana más desapareces con el alba y dejas de escoltar mis sueños. Y al darte los buenos días, el crepúsculo matutino me hace daño, y me vuelve a doler el pecho… mi corazón sigue desorientado.

Intento afrontar el día lo más ocupado posible, todo para que no rondes en mi cabeza. No es que no quiera que estés en ella, sino que me desconciertas por momentos. Recuerdo el día en que pactamos que la telepatía sería nuestra forma de comunicarnos en la distancia, cómo me gustaría en estos momentos romper ese pacto, no permites que me concentre en mi trabajo. Cuando regreses, no creas que vas a librarte de la bronca. Me lo prometiste, me prometiste que solo me interrumpirías en sueños para que nadie, ni siquiera las víboras, pudiesen robar lo que por ley es tuyo, el territorio que marcaste hace años la primera vez que te vi, la primera vez que cruzamos nuestras miradas y que supe que eras tú a la que quería tener a mi lado para siempre.

Me dispongo a girar la manecilla una vez más, pero esta vez quiero girarla a cuando te tenía. Reniego de pensar que una noche más no será así. Cuando entraba en casa y te veía acercarte, porque ni siquiera un día de trabajo podíamos soportar sin estar juntos... Cierro los ojos, me parece verte de espaldas y el olor de tu champú roza con mi nariz. La locura vence ante la cordura y yo ya creo perder la cabeza, no podía imaginar en vida que el amor llegase a estos extremos, al menos a mi persona.

Te giras. Me escuecen los ojos y mi cabeza no da más de sí. ¿Eres tú?
-          -     Buenos días.
Ya no tengo que preguntarme más qué hora es allí, dónde estás. De nuevo me das los buenos días, cuando es mi medianoche. 

                                           ~ Este jet lag ha podido con los dos ~

lunes, 18 de julio de 2011

Sensatez ebria.


Es abismada, y casi nunca lo niega. Siempre abastece al alba con su sonrisa hasta que se pone, y pasa a hacerle compañía a la guardiana con la luz de sus ojos.

Conspira contra las peores de las fatalidades habidas y por haber, y planta cara a la gracia eterna mediante esmero y rebeldía. Pero (y sí, siempre hay un pero), no soporta la felicidad, la nostalgia de los recuerdos y la consonancia entre el amor y la fidelidad. Trabaja duro para hacer que todo eso no se junte nunca, que el destino es muy curioso y siempre provocan ciscos entre ella y él. Qué se le va a hacer, en la vida se los podría ver de la mano, hay cosas inimaginables y esa es una de ellas.

Justicieros del noctambulismo que casi siempre están ausentes en su oficio, para una cosa que se les exige. Temen compartir demasiado tiempo con sus protegidos y no comparten la idea de ser sus “ángeles de la guarda”. Lo único que guardan es la cola para tachar fallecidos y nacidos, y prorrogan su cometido hasta el fin de alguno de esos pobres mortales, para luego, una vez más, guardar sitio y espera para pasar factura y conocer a su nuevo elegido. Para nada, no sirven para nada, triste pero a la vez cierto.

Los conformistas, de todas todas, sabemos que se satisfacen enseguida por su buena voluntad y su gran generosidad, sin comprender que su silencio augura y tropieza directamente en el porvenir de una persona, y no de manera factible y positiva, por desgracia. Pero ¿quiénes son en realidad los conformistas? ¿Por qué se callan lo que en verdad necesitan decir? ¿Por qué no muestran sus necesidades como cosas trascendentales (como haría cualquier persona normal, como harías tú o yo misma) en vez de hacerlas íntimas e inconsistentes, frágiles? Puede que las injusticias sean parte de uno mismo y no estén constituidas como propias porque, simplemente, no queremos que sea así; al fin y al cabo ni Hitler ni Mussolini yacen en mausoleos construidos por los represaliados, como a más de uno les gustaría de manera justiciera; y a la vez carecen de calles y estatuas, porque los grandes pensaron que sería mejor así, que los dictadores más famosos del mundo y más sangrientos, que incluso ellos no merecían esos privilegios… Cosas de la historia.
Los cometidos de las irregularidades vagan por los senderos más intrínsecos y exclusivos que hayamos podido imaginar. Es por ello, y debemos admitirlo aunque nos duela, que nos quedamos con lo poco que queda entero y lo seguimos dividiendo hasta convertirlo en polvo. Es ese polvo el que se nos mete en la nariz y nos hace estornudar, ¿es quizás esa reacción la que nos convierte en una persona o en otra? ¿Es en ese momento cuando caemos profundo o cuando nos levantamos del golpe tan abismal que ha dado nuestro corazón que había dejado de latir? Será mejor así, que se quede con nosotros la nada y nos haga callar una vez más, porque las represalias nos las llevamos siempre de los padres directamente, pero indirectamente es el corazón el que nos hace presos de nuestras actitudes y el que proclama que sea o no la última línea que pasemos juntos.

Solo debemos sacar en claro de todo esto, una reflexión importante que nos hace seguir divagando por realidades absolutas e inexistentes que nos hacen feliz y que nos hacen llegar donde sabemos que es imposible llegar, pero aún así llegamos a rozar con la yema de los dedos; incluso cuando somos pequeños y queremos llegar a ser tan altos como la Luna, incluso ahí es verdad, porque somos tan altos como ella, o más.
Y es que mis queridos lectores, seguidores, admiradores y, por qué no, amigos: la esperanza no es un sueño, sino una manera de traducir los sueños en realidad.

Continuad soñando por todos y cada uno de los sueños que no se cumplen en esta realidad paralela que hemos inventado, porque seguro que hay otra en la que somos realmente felices y hemos llegado a conseguir el éxito en todos los campos, incluso en el amor. Porque ni siquiera el destino tiene el derecho de negarnos esa posibilidad, vivir soñando desde que nacemos hasta que dejamos de existir materialmente.
Haced memoria y convertir lo bueno en excelente y lo malo en no tan malo. Perseguid el noctambulismo sereno y estimad que los secretos  que guardan los demás y no son desvelados es porque el amor que te tienen les impide hacerlo, son tesoros para ellos.

Seguid aguantando, nunca viene mal. Y, ¡¡qué narices!! huir siempre que podáis de aquello que más odiéis.
 [Keep Holding On & Runaway].

sábado, 21 de mayo de 2011

Prioridades




Desde luego, cuando una persona utiliza la palabra "prioridad" está claro que difiere muchas veces del significado que conlleva para otra... La construcción de una pasividad y un constante ajetreo viene dada por circunstancias de la vida que muchas veces uno/a no puede controlar, pero no por eso se reniega de lo que de verdad se quiere, ya que si lo haces te estás engañando a ti mismo/a.
Al parecer no sirve de mucho intentar hacer un cielo en el infierno, porque no se acierta ni por error.
Reflexionando, solo parece haber algo claro, y es que uno de los dos tiene su camino escogido y el otro tiene que escribírselo... No comprendo que se reniegue de lo obvio, pero tampoco entiendo por qué no se sacrifican cosas y pensamientos inútiles.
Solo son simples implicaturas que te menosprecian, directa o indirectamente, tus intentos por hacer feliz a alguien, por hacerle ver tus sentimientos, por quedarle claro que es y será el primer pensamiento al despertar y el último al dormir, cosas que no se pueden remediar y que alguien consigue con tiempo, esmero, cariño y amor... Por eso me cuesta, y mucho, que algunas potestades se digan y pretendan llevar razón -porque nadie deja de ser tozudo cuando cree que lleva razón- cuando siempre se hacen las cosas por algo o por alguien, cuando muchas veces te toca ganar, y más bien son pocas, porque casi siempre se pierde...
Prioridades
, si; se tienen, las tengo. Demostrar, también; quiero, puedo, lo haré. 
Cosas claras en la vida: que no volveré a querer tanto, pero tampoco sé que voy a dejar de querer; no ahora, únicamente nunca.

viernes, 13 de mayo de 2011

El hombre de la pipa



Por un momento, deseó que nada hubiese sido suyo nunca; que las visitas inesperadas y los momentos de entreguerras hubiesen sido de uno solo y no de dos. Esperó como nunca una respuesta celestial de alguien que nunca le había negado nada, hasta ese día.
La mecedora no dejaba de rechinar ni un solo momento, parecía que se quejaba, esa casa nunca había estado tan consternada como por aquel entonces. Los muebles lloraban de pena, y el ambiente era tenso, sádico por momentos. Esa pipa que tanto le había costado conseguir, parecía más un tren que juagaba a superarse más y más, queriendo ser el más rápido compitiendo contra el mismo viento y gritando en la medida que la cuerda de la bocina era bajada con rabia y  coraje, violentamente. En la pared, los cuadros amenazaban con caerse y se les podía divisar fácilmente con un daleo peculiar, ¿sería que querían hacer muestra de su extrañeza de esta manera tan curiosa?
El fuego intentaba calmar el ambiente con su calor, aliado fielmente a su color peculiar. Batallaba sus infiernos personales contra el mismísimo averno, donde Ares, muy disgustado e irritado, sucumbía ante la triste idea de caer derrotado ante uno de sus propios súbditos. Una llamarada de odio envolvió al rey de la oscuridad eterna, un halo de luz azul grisáceo y negro carbón que emergía cada vez que Ares mostraba sus cóleras tan severas y austeras
La espera se hacía cada vez más y más larga. Los minutos no dejaban de correr velozmente y la mecedora ya resudaba miedo al ver que era mecida con furia y rabia. A la pipa ya no le quedaba más tabaco que consumir, la cosa se ponía tensa y él no sabía qué hacer, pues nunca se había enfrentado a una clase de mal así. Siempre Había solucionado sus diferencias con Paula, pero ella, esta vez, se había puesto por delante y le había dado un ultimátum que había acabado en una huída. Él no dejaba de repetirse constantemente que volvería, que ella no era nadie sin él a su lado, que todo había acabado para una cosa pero había empezado para muchas otras, que sus pasiones no podían ser abandonadas así porque sí o que sus historias repletas de sonrisas y lágrimas de alegría no podían quedar en el olvido, ya que él, simplemente, se negaba a ello
Un ruido. La mecedora se para, queda quieta como si alguien hubiese dado al stop de un reproductor y hubiese parado ese momento clave. El de la pipa seca agudizó el oído. Acto seguido se levantó y esperó a que entrase quien quiera que fuese, pero esperanzado en que Paula hiciese acto de presencia y cruzase esa puerta. Tornaron el manillar, estaba a punto de darle un ataque al corazón y cuando quiso darse cuenta, sus ojos volvieron a encontrarse una vez más. Paula se rindió ante la evidencia del amor, y volvió.
No permitieron que el tiempo se escapase más, ya habían perdido bastante. Les bastaron unas centésimas de segundos para que cuerpos estuviesen entrelazados de manera cálida y simultánea y con el mismo sentimiento interno.
- Lo siento, te quiero.
- Nunca más, siempre estaré a tu lado. Solo tú.
Se querían demasiado.

jueves, 24 de febrero de 2011

Su furia, mi reflexión.



Nunca los árboles han escupido tantas hojas verdes como hoy. Nunca han llorado tanta savia como hoy, quedándose seca su alma. Nunca han dado la espalda al viento dejándole solo al cantar al alba, ese alba cuyos colores hicieron que la esperanza fuese algo más que espera. Nunca una nube estuvo tan oscura como este día de otoño, haciendo que hasta el mismísimo firmamento sintiese envidia. Nunca una piedra habló tanto como para dejar escapar un grito sordo, de rabia, que inundó el corazón de una gota. 
Dicen que hoy también lloró el mar, que se cansó de esperar a que saliese el sol para hundirse en lo más profundo de sus mares negros. Que la Luna gimotea como un bebé, lo sabe cualquiera, que le regala promesas a los enamorados, que nunca dice adiós… pero eso se acabó. 
Hoy he hablado con ella, me ha dicho que ellos están tristes. Que el campo dejó de ser verde, que el cielo cerró los ojos de dolor porque sintió que algo lo atravesó; que el viento le susurró un adiós muy lento y doloroso, que abandonó a las palabras y no volvió a recogerlas; que el fuego se volvió cenizas, y que de ella misma renegó, y se enfadó, convirtiéndose en polvo; los caudales se secaron, pero ni siquiera condensaron y ahora hasta la neblina rechista por pasar una noche entera sin poder helar, sin poder escarchar. 
Puede que sí, que ella tenga toda la culpa. Que la Luna no sea la más idónea para dar consejos, que no quiera mi felicidad, que exagere cuando diga que el fuego se consumió. Puede que no tenga motivos para ello, que simplemente pretenda vestir de mentiras la obviedad e intentar engañarme a mí, a todos, pero sobre todo, a sí misma. Puede que sólo quiera el bien, ¡pero no! Ella es muy lista, sabe por qué dice todas esas cosas, sabe su verdad y la de cada uno de nosotros. No se puede estar pasando noches y noches en vela observando cada uno de nuestros movimientos sin saber luego bien de lo que habla. Dice que puede volar con dos alas de papel, que una de sus caras es honrada y la otra vanidosa pero nunca enseña ninguna de las dos. Que la Tierra la obligó hace años a girar en torno a ella contra su voluntad.
Hoy me dijo tantas cosas la Luna… No es que sea mentirosa o imaginativa, sino real y original. Hoy ha visto que dos personas más se unían al club de las parejas engañadas, que se intentaban separar y a lo máximo que aspiraban era a un “adiós” que en realidad escondía un “hasta luego, yo también te quiero”. Nunca ha dejado de rogar al cosmos. Fue el día, les tocó a ellos. 
Hoy descargó toda su rabia y detuvo el mundo, convenció a los cuatro elementos para que paralizasen sus quehaceres e inventó mil patrañas para hacer enfadar al Sol, a sabiendas de que perdería (hiciese lo que hiciese), pero lo consiguió, lo apagó. Y es que no comprende que dos personas que se quieran no puedan estar juntas e intenten acrisolar la verdad con injurias. “¿Tan difícil es quererse y demostrarlo?” se preguntaba constantemente. No tuvo más remedio que congelar sus corazones y arrasarlos con el más severo de sus castigos, el odio. Porque desde que la Luna odia, su cara oculta pasó de ser un simple mito a ser una realidad.
Gracias por desvelar la verdad y guardar nuestros secretos más íntimos, sin embargo los errores se pagan con la peor de las condenas: la soledad, que tarde o temprano embriaga tu alma desnuda para abrigarla de amargura, sufrimiento y martirio perpetuo
Preserva tu amor y no te sueltes de lo que de verdad quieres. Hagamos que la Luna se confunda, que el Sol no tenga más remedio que volver a alumbrar dando vida y color, dando fuerza y unión a sus cuatro elementos de coalición.
Aunque por desgracia sí, una cosa es muy cierta, y no lo voy a esconder... 
~ Hoy estuve hablando con la Luna, me recomendó que olvidara para SIEMPRE ~

miércoles, 23 de febrero de 2011

~. ~

Nunca está de más modernizarse, de manera que he sucumbido al hecho de crearme un blog.
Keep Holding On es una maravillosa frase que significa "sigue aguantando" en castellano, y que te da fuerzas para sobrellevar el día a día con la mejor de las sonrisas.


Aún no tengo muy claro el objetivo de la creación de este blog, y he de reconocer que no es una idea que me entusiasme el tener que escribir públicamente, ya que siempre lo he hecho para mí y mis allegados; pero por otro lado me paro a pensar y nunca está de más que unas pocas de personas vean la manera de escribir de cada uno y los pensamientos más profundos y sinceros que se pueden llegar a plasmar en una plataforma como esta o en papel.


Sólo pretendo, con esto, que mucha de las personas aficionadas a la navegación por Internet que, por casualidad o no, lleguen hasta mi rinconcito paralelo a mi vida diaria, comprendan mi sentir constante semana tras semana (ya que no puedo asegurar que mis publicaciones vayan a ser diarias).


No necesito un aplauso, pero nunca viene mal un poco de apoyo moral por parte de desconocidos.
Sin más, me dispongo a dar las gracias por haber compartido un rato del tiempo de las personas que hayan leído esto y compartir una sonrisa de una escritora novel pero no por ello inexperta en el campo.


. . . una colega más